La creciente capacidad de computación, así como los cada vez más complejos y sofisticados modelos algorítmicos, sumados a la ingente cantidad de datos, están actuando como catalizadores del potencial de los sistemas basados en inteligencia artificial (IA), una tecnología que será clave para el futuro de industria y negocios, como nos destaca el informe Sociedad Digital en España 2017.
Se estima que se generan 2,2 exabytes de información cada día, lo que implica a su vez que sistemas como los de aprendizaje automático (ML, Machine Learning), que basan su funcionamiento en el análisis de grandes cantidades de datos, sean cada vez más precisos.
Según IDC, se prevé que los ingresos mundiales derivados de la venta de sistemas cognitivos alcancen los 12.500 millones de dólares en 2017, lo que supone un aumento del 59,3% respecto al periodo anterior.
Además, la inversión en este tipo de soluciones por parte de las empresas a nivel global continuará experimentando una tendencia al alza y alcanzará una tasa compuesta de crecimiento a cinco años del 54,4%, lo que se traducirá en unos ingresos de más de 46.000 millones de dólares en 2020. Los sistemas de seguridad pública y respuesta a emergencias son los que mayor crecimiento experimentarán para el periodo comprendido entre 2015 y 2020, con una tasa de crecimiento compuesta anual del 85,5%.
En 2016, a nivel global, la inversión realizada en IA por parte del mundo empresarial se estima entre 26.000 millones y 39.000 millones. Esta inversión está dominada por los gigantes tecnológicos, como Google, Amazon o Baidu, cuyas inversiones se estima que suponen en torno al 77% del total. Un 90% de este gasto estuvo destinado a actividades de I+D y el restante 10% a adquisiciones de este tipo de soluciones.
Por otro lado, la inversión en startups que desarrollan sistemas cognitivos se estima entre los 6.000 y 9.000 millones de dólares. La mayor inversión se concentra en los sistemas basados en aprendizaje automático, alrededor del 60%, pues actúa como motor que impulsa el desarrollo de otras aplicaciones y tecnologías como la robótica o el reconocimiento de voz.
La inversión en IA, todavía escasa
Sin embargo, la inversión en inteligencia artificial es aún escasa si es comparada con otras tecnologías. En 2016, atrajo del 2 al 3% de toda la inversión de capital riesgo. En el caso del capital privado, se situaba entre el 1 y el 3%. No obstante, muestra una tendencia al alza, lo que se traduce en una creciente confianza de los inversores en este mercado. Así, la inversión de fuentes externas a los propios recursos de las empresas ha pasado de una tasa anual compuesta de crecimiento del 30% para el periodo 2010-2013 al 40% para el periodo 2013-2016.
Además, estas inversiones están altamente concentradas geográficamente. En 2016, Estados Unidos contaba con el 66% de la inversión total en IA,4 seguida de China con un 17% y, en tercer lugar, Europa. En un análisis más en profundidad del ecosistema europeo de startups que desarrollan IA, Reino Unido es el claro dominador con 755,1 millones de dólares de inversión, seguido de Alemania con 125,6 millones o Francia con 113,4 millones. España alcanza los 30,8 millones de inversión, principalmente en aplicaciones de inteligencia empresarial, marketing y publicidad o recursos humanos.
La integración de estas soluciones y productos no solo al sector empresarial sino en la sociedad en general traerá consigo consecuencias de gran alcance. En este sentido, ya son muchos los países que están desarrollando sus propias estrategias para la creación de marcos legales, económicos y éticos respecto a su uso y proliferación, la promoción de estas soluciones en sus ecosistemas empresariales, o la restructuración de sus sistemas educativos para la formación y creación de talento. Es el caso de Estados Unidos, China o Reino Unido entre otros.
La IA podría duplicar la tasa de crecimiento de PIB
Se estima que la IA podría, en términos de crecimiento del valor añadido bruto, llegar a duplicar las tasas de crecimiento económico de países como Estados Unidos o Reino Unido en 2035. En el caso de Japón, podría llegar a ser tres veces superior. Además, bajo estos mismos supuestos, se estima que la IA podría aumentar la productividad laboral, mediante la automatización parcial de la actividad profesional, hasta en un 37% en países desarrollados como Suecia o un 25% en el caso de Reino Unido en 2035. En España, esta estimación se cifra en un 11%.
Esta proyección de crecimiento del sector, así como la falta de recursos humanos capacitados en la actualidad, han propiciado la aparición del fenómeno conocido como acquihiring, grandes empresas que absorben no solo los desarrollos tecnológicos de otras empresas sino también su personal cualificado. Entre 2013 y 2016, este tipo de operaciones ha crecido con una tasa compuesta anual de crecimiento por encima del 80%, la fuente externa de financiación de mayor crecimiento para este periodo.
Según la encuesta del Eurobarómetro respecto a la percepción de los ciudadanos europeos sobre el impacto de la digitalización y la automatización en la vida cotidiana, más de la mitad de los encuestados (52%) no ha escuchado, leído o visto algo sobre inteligencia artificial. En España, este porcentaje es aún mayor, un 60%.
A pesar de ello, la mayoría de la población, un 61% de los ciudadanos de la UE-28, tiene una actitud positiva frente a los robots y la inteligencia artificial. A nivel nacional, este porcentaje es del 56%. Además, un 53% de los ciudadanos medios europeos considera que las funciones que realiza en su puesto de trabajo no pueden ser realizadas por un robot o por inteligencia artificial en el futuro. Un 26% de los mismos cree que estas tareas serán realizadas de manera parcial por sistemas basados es estas tecnologías. En el territorio nacional la percepción de poder ser reemplazado por estos sistemas es mayor, ya que solo el 44% cree que su trabajo actual no podría ser llevado a cabo de ningún modo por un robot o por inteligencia artificial. Estamos, por tanto, frente a un fenómeno que preocupa a los ciudadanos y que, sin duda, va a modificar de forma sustancial las relaciones laborales y personales.