Tal vez hayan oído hablar en estas últimas semanas de que Facebook está luchando por evitar la difusión de las noticias falsas en su red social. Sinceramente pienso que nunca ha tenido preocupación por este asunto, no lo tiene ahora ni lo va a tener en el futuro. Por supuesto, se trata de una conjetura, pero dada la inmoralidad de esta empresa en la gestión de los contenidos, y que su principal objetivo es ganar dinero, la campaña que ahora ha iniciado para terminar con las noticias falsas o “fake news” es un brindis al sol global.
Miren, un ejemplo de inmoralidad es cómo gestiona lo que esta compañía llama “el legado digital”: cuando una persona fallece y, salvo que haya tomado las medidas oportunas en vida, su fotografía y cuenta están abiertas durante meses o años hasta que se logra cerrar por medio de un procedimiento muy confuso que Facebook tiene establecido por contrato. Es probable que ustedes tengan un conocido por el “cielo” de esta empresa. No sabemos si hay un más allá después de la muerte, pero gracias a Facebook sí sabemos que existe el digital, y al menos para mí, es molesto.
Es cierto que usted firmó sin leerse ese contrato, pero también lo es que la compañía desoye las peticiones de los jueces para que se tomen determinadas acciones sobre este tipo de cuentas o situaciones que afectan a la privacidad. Hace poco despreció la de un juez de Alemania con respecto a la cuenta de una menor de 15 años que se suicidó y a la que sus padres querían acceder. Sus progenitores tenían esperanzas de encontrar en la cuenta alguna explicación de los motivos por los cuales la hija se quitó la vida.
Esta es la catadura moral de Facebook. Podría poner más ejemplos pero creo que el expuesto es ilustrativo. El señor Mark Zuckerberg, cofundador de esta empresa, dio a conocer hace una semanas que iba a destinar 3.000 personas más a revisar el contenido de lo que se publica en su red social. En total la empresa dispone de unos 7.500 empleados que filtran los contenidos que pueden o no publicarse en Facebook en función de unas normas que nadie conoce, aunque recientemente el periódico The Telegraph filtró parte de las mismas.
Creo que podemos convenir que 7.500 personas son muchas para realizar un trabajo específico, pero hagamos unos números sencillos. En Facebook se hacen 3,3 millones de publicaciones cada segundo, al día son 285.120 millones de publicaciones. Dividamos esta cantidad por los empleados que las supervisan: nos da una cantidad de 38.016 publicaciones por trabajador, 4.752 por hora. Algo me dice que todas no las pueden supervisar. Llámenme adivino, llámenme loco, lo dejo a su elección.
Querido Mark, los que no lo conocemos lo llamamos así, faltas a la verdad con tu propaganda. O usas la inteligencia artificial, el big data y el machine learning para poner coto en tu reino terrenal o tus 7.500 supervisores son un timo mediático si “a mano” tienen que controlar y evitar lo que se publica o no en tu red, además de cerrar cuentas, eso sin contar, lo trastornados que deben acabar de ver toda la porquería que no se publica según tú: pornografía, discursos de odio y racismo, abusos de todo tipo, violencia, etc.
El poder de desinformar de Facebook
Particularmente considero que aquí se te va un poco la mano y exageras. No creo que Facebook sea la red donde se suba este tipo de contenido de forma masiva y continuada. Bulos, mentiras, exageraciones, postureos, tonterías, banalidades, videos de chorradas, patadas al diccionario e idioteces muchas, como si no hubiera un mañana, pero lo anterior no es la seña de identidad de tu red. Los filtros basados en la inteligencia artificial que aplicas lo impiden, y lo sabes… La misma noticia de tus moderadores, tal como la vendes tiene toda la pinta de ser una noticia falsa. Este es sí es el verdadero peligro de Facebook, el poder que tiene de desinformar.
Apuesto más porque usas la tecnología para controlar el avispero en el que te has metido con las “fake news”, como ha sucedido recientemente con la empresa que vende horchata de Valencia y a la que le has cerrado su página de empresa por incumplir las políticas de Facebook. Las posibilidades que existen entre la venta de chufas en forma líquida y el incumplimiento de esas políticas son pocas, salvo que los algoritmos no entiendan un producto típico de España, ¡vaya usted a saber lo que interpretarán! y, en consecuencia, cierran el quiosco.
Pero lejos de amedrentarse, la empresa perjudica, Mon Orxata, ha acudido a los tribunales y, en una primera resolución sin precedentes y sorprendente, pero buena para las empresas españolas, el juzgado de primera instancia de Moncada (Valencia) ha rechazado la petición de la compañía norteamericana de trasladar el pleito civil a los tribunales de Estados Unidos (los competentes según el contrato firmado con Facebook) y ha resuelto que el asunto debe juzgarse en España. Este es el primer paso de los muchos que quedan. Puede ser tumbado por la Audiencia de Valencia o terminar en los tribunales europeos de justicia.
En todo caso, así empezó otro español con el derecho al olvido y le dio un buen zasca a Google años después en esta materia, tanto que ahora todos gozamos de ese derecho. Veremos lo que pasa en este asunto, pues el principal argumento del juzgado de Moncada es el derecho a la tutela judicial efectiva que tenemos los españoles, y Facebook no puede esconderse en California cuando tiene sede en España, opera en nuestro país con millones de clientes, paga sus impuestos (pocos) aquí y sus políticas tienen consecuencias aquí.
Donde pongo aquí (perdón por la insistencia) pueden poner ustedes otros países ya que Facebook ha visto como el gobierno alemán le instaba a poner filtros contra las noticias falsas, el Reino Unido estudia multarle por su fracaso en la moderación de contenidos y falta de parcialidad en las pasadas elecciones o la justicia de Austria le obligó a quitar los mensajes de odio, cuando debería de haber sido la propia compañía quien realizara estas acciones si de verdad luchara contra las noticias falsas, pero no quiere ya que Facebook vive muy bien en y de la controversia de las “fake news”, tanto como los cerdos en el barro.
Amigo Mark: tal vez no esperabas este efecto perverso en tu red, en eso te doy en beneficio de la duda, pero ahora tienes liada una buena, con consecuencias muy serias, no solamente para tu red social, sino por cuestiones como la libertad de información y prensa, el juego limpio en las campañas electorales, la libertad de empresa y que no se sientan hostigadas y que nadie se vea amenazado por un gigante de internet que nunca ha jugado limpio a nada, opaco como pocos y que en este asunto no está siendo diligente ni transparente. Y dudo mucho que sea por capacidad tecnológica o dinero, pero una cuestión es que Facebook gane millones de dólares a espuertas y la empresa vaya como un tiro para sus accionistas, y otra muy distinta es ningunear los valores fundamentales que sustentan las democracias.