El desarrollo tecnológico tan brutal que ha experimentado la sociedad en todos sus ámbitos acarrea como contraprestación algunos fantasmas que no son tales, como sucede con las adicciones a las nuevas tecnologías. Por lo general se exagera cuando se habla de este concepto y se crean alarmas innecesarias entre la sociedad, y muchas veces se confunde adicción con falta de educación en el uso de algunos dispositivos TIC.
Evidentemente que hay personas que por el mal uso de las redes sociales, del móvil o de los video juegos han tenido problemas. No lo voy negar. Estar enganchado 16 horas al día a una actividad no es sano, pero tampoco lo es ser adicto a la pesca con mosca, a correr o al sexo. Estos comportamientos son problemas graves y deben ser tratados por especialistas, y de la misma manera que nadie generaliza con el sexo, correr o la pesca con mosca como algo perverso, habrá que hacer lo mismo con las TIC.
Según la Organización Mundial de la Salud (OMS) la adicción es una enfermedad física y psicoemocional que crea una dependencia o necesidad hacia una sustancia, actividad o relación, y define la adicción a las TIC “como su uso compulsivo, repetitivo y prolongado con incapacidad para controlar o interrumpir su consumo y con consecuencias sobre la salud, la vida social, familiar, escolar o laboral”.
Así pues, una adicción a algo no es una broma como se puede derivar de la definición de la OMS, por lo que no conviene frivolizar con el uso de este término. Flaco favor hacen entonces intervenciones como la del secretario de Estado de Servicios Sociales e Igualdad, Mario Garcés, en una comparecencia de la Comisión Mixta para el Estudio del Problema de las Drogas, cuando habla “del aumento en el número de personas, especialmente jóvenes, adictas a las nuevas tecnologías» y ha abogado por actuar rápidamente ante los primeros síntomas de alerta.
Eso sí, el secretario de Estado no aportó datos, y me hubiera gustado preguntarle al señor Garcés cuántos jóvenes hay en España que se ajusten a la definición de la OMS. Pocos, bastantes menos de los que se emborrachan cada fin de semana con casi toda seguridad, por ejemplo. Se calcula que al mes se emborrachan casi medio millón de menores en nuestro país.
Lo que existe entre los jóvenes es un mal uso de las nuevas tecnologías
Más que adicción como una enfermedad, lo que existe entre los jóvenes es un mal uso de las nuevas tecnologías y en especial del teléfono móvil, ya que no han sido educados para un buen uso del mismo. “A favor” de los padres cabe decir que les ha venido como un tsunami esta revolución tecnológica y social y que muchas veces son incapaces de entender lo que sus hijos hacen en internet, en las redes sociales y con el smartphone, tres soportes en los que muchos han crecido de forma natural.
En este aspecto, puede que sea la primera vez en la historia que una generación domina más una disciplina que la anterior. En contra, que muchas veces se usa el móvil como el chisme para que los niños se queden tranquilos o que difícilmente se les puede imponer una disciplina de uso si usted se lo prohíbe y al mismo tiempo lo está usando. Es como crear hábitos de lectura, si quiere que su hijo lea, hágalo usted también.
De todos modos, el sentido común en cuanto a horario con el teléfono o internet, tiempo de uso y dónde y cómo utilizarlo debería de ser suficiente para muchos de los malos hábitos que tienen los chavales. Además de que en la actualidad hay decenas de sitios en la misma red donde informarse de los posibles peligros de abusar de las tecnologías y de cómo educar a los niños y jóvenes, eso sí, espero que tengan más éxito que las charlas presenciales que durante una época impartí por colegios, con audiencias de ¡hasta cinco padres! No está bien citarse, pero es que me venía que ni pintado. Particularmente recomendable es la herramienta que acaba de lanzar el Instituto Nacional de Ciberseguridad, Internet Segura ForKids
Pero aun así insisto, una cosa es estar mal educado y otra ser adicto, sea usted imberbe o madurito. En este sentido, las estadísticas de uso de la tecnología confirman que los jóvenes la usan más, pero los adultos no nos quedamos atrás. Y si entramos en comportamientos de uso, podemos ser todo lo hipócritas que queramos y decir que los chavales están todo el día enganchados al móvil, pero ¿cómo se comportan ustedes? Tienen el smartphone siempre a mano, vuelven a por él si se les olvida en casa o en trabajo, están con otras personas y lo miran para ver Facebook o Whatsapp, por ejemplo ¿o no? De lo contrario, si usted tiene narices, déjelo en casa y retroceda 20 años atrás. ¿Es eso lo que quiere? Ya le dijo yo que no, por muchas pestes que en ocasiones eche del móvil, de las redes o de internet.
Hay que valorar la gran cantidad de funciones que ofrece el smartphone
Cuando en la actualidad se habla de ser adictos al smartphone conviene recordar que este aparato nos ofrece, como poco, las siguientes funciones: agenda, reloj, cámara de fotos, editor y álbum de imágenes (con cientos de ellas), buscador de internet, radio, reproductor de música (con cientos de canciones), grabadora de voz, cuaderno de notas, calculadora, mapa, lector de pdf, paquete de office o similar, reproductor de video, servicio de correo electrónico, envío de SMS, y almacenamiento en la nube.
Ahora, súmele las app que se ha descargado, voy a ser conservador y pongamos que solo tiene diez, con las que se divierte gracias a diversos juegos, retoca fotos y mide sus constantes cuando hace ejercicio, pongamos por caso. También es fácil que use alguna red social. No abusemos que dirán entonces que usted es un adicto: Facebook, Whatsapp, Instagram y YouTube (con lo cual acabamos de convertir a su móvil en una televisión). Si no he contado mal 33 funcionalidades. Sin embargo, ¿no echa en falta algo en ese listado? Sí, ¡también puede hablar por teléfono! Entonces, ¿usar y consultar una máquina que tiene tantas funcionalidades es una adicción? Ustedes mismos.
Súmele otras posibilidades como gestionar las cuentas bancarias, comprar on line, reservar billetes de tren o de avión, la cotización de las acciones o el resultado de tu equipo en tiempo real o pagar con el móvil y, desde mi punto de vista, eso que algunos llaman adicción es: ¡bienvenido a la vida digital!
Depende de usted cómo gestionarla, de su educación y formación, de lo que quiera implicarse y a qué velocidad. Se puede viajar a Las Vegas y disfrutar, al igual que volver de allí convertido un ludópata y arruinado, pero ni Las Vegas tiene la culpa ni las TIC tampoco, la tiene usted, que ya es mayor para saber lo que hace.