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Smart Cities: inteligentes y humanas

La ONU calcula que en 2050 el 67% de la población mundial vivirá en grandes urbes en busca de una calidad de vida mejor. Por lo que respecta a nuestro país, el Instituto Nacional de Estadística daba a conocer hace unas semanas un estudio en el que para las mismas fechas muchas de las provincias de la España interior iban a quedar como un erial en beneficio de las grandes ciudades y algunas zonas de la costa, fundamentalmente en Cataluña, Comunidad Valenciana y la Costa del Sol.

Ante esta situación son muchos los países que se han puesto a trabajar en un concepto que nos va a acompañar de ahora en adelante: la Smart City o Ciudad Inteligente que busca dar soluciones a los graves problemas a los que ya se enfrentan, y solamente es la punta del iceberg, estas grandes urbes. Un buen ejemplo de ello es Madrid y la contaminación que sufre por el dióxido de nitrógeno cada cierto tiempo.

Junto con el problema de salud cada vez que se produce una alarma aparece otra contrariedad: el Ayuntamiento de la capital, en plena época de la Sociedad de la Información, es incapaz de comunicar a los residentes en la ciudad y de la Comunidad qué deben hacer pocas horas después. Más allá de lo que puedan hacer los madrileños por sí mismos, que sin duda puede ser bastante, va a ser la tecnología la que ayude en gran medida a solucionar este problema y otros, independientemente del color político del regidor municipal.

En la actualidad se está en pleno debate en diferentes foros mundiales, como el Smart Cities, que agrupa a más de un centenar de ciudades, en definir lo que es una ciudad inteligente y qué papel deben jugar los dos elementos básicos que se relacionan en ella, la tecnología y los ciudadanos.

Para que sea eficaz una Smart City se deben conocer los problemas de las personas que habitan las ciudades y fijar las prioridades que se deben solucionar en función de un plan global de mejora de la ciudad, no de acciones aisladas. En esta línea se puede mencionar la plataforma Smart City de Telefónica, presentada en el Smart City Expo World Congress (SCEWC), que se acaba de celebrar en Barcelona.

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La Smart City aprovecha la tecnología para mejorar la vida de sus habitantes

Cuando se habla de una Smart City no se debe pensar en una ciudad futurista de película de ciencia ficción, aunque Singapur va camino de ello, sino de un entorno que aprovecha las nuevas tecnologías para mejorar la vida de los habitantes de esa capital, independientemente de su tamaño, pero contando con ellos y con su participación, como defiende uno de los mayores expertos en esta materia, el urbanista Dan Hill. Es cierto que la carga de tecnología de estas ciudades es muy alta para que los proyectos se puedan ser puestos en marcha, pero solamente el software no va a mejorar los problemas de la gente.

Carlos Ratti, director del MIT Senseable City, ha enumerado 10 soluciones tecnológicas que objetivamente mejorarán las ciudades en el futuro, pero nunca aparece el punto 11: ¿qué piensa la gente sobre ellas? ¿Está dispuesta a utilizarlas? Todo lo que propone es muy razonable: redes de agua inteligentes, potenciar la movilidad sobre dos ruedas, economía compartida, movilidad bajo demanda o agricultura urbana, pero falta el factor humano. La sensación de este tipo de propuestas es que están pensadas solamente por la parte de la tecnología, sin preguntar si los ciudadanos que habiten las ciudades están dispuestos a utilizarlas.

Sin embargo, y gracias de nuevo a tecnología, en la actualidad es relativamente sencillo conocer lo que opina y necesita la gente de las ciudades, no necesariamente grandes urbes, para implantar un modelo de Smart City que sea adecuado a sus necesidades y características de ciudad. El Big Data permite gestionar grandes cantidades de datos para sacar información útil y que mejore la sociedad. En el caso de una ciudad inteligente basta con marcar los objetivos y trabajar sobre ellos con honestidad, conjugando el factor tecnológico y humano.

Ahora no hace falta hacer encuestas para saber lo que opina la gente, basta con procesar toda la información que damos cada día al mundo: redes sociales, Whatsapp, correos electrónicos, pagos con tarjetas, geolocalización gracias al móvil, etc. Millones y millones de datos que bien tratados con técnicas de Big Data arrojan mucha información. Esto es lo que está haciendo ya Nueva York para mejorar la gestión del transporte público, reducir las emisiones de los coches y favorecer el transporte en bicicleta. En el caso de la Gran Manzana se ha abierto una oficina municipal destinada exclusivamente a la gestión del Big Data para entender la ciudad y mejorarla.

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