El proceso educativo se enfrenta a retos muy estimulantes de cara a la preparación de las futuras generaciones para desenvolverse en un mundo cada vez más globalizado, en el que los cambios se suceden a gran velocidad y en el que la innovación es, quizá, la clave más importante del éxito, tanto profesional como personal. En este contexto, las tecnologías de la información y de las comunicaciones juegan un papel destacado, convirtiéndose en herramientas necesarias para abordar los desafíos educativos.
Uno de los desafíos actuales es desarrollar metodologías capaces de conjugar los procesos educativos tradicionales (basados en contenidos “analógicos”) con los estudiantes nativos digitales, acostumbrados al acceso a la información y al entretenimiento a través de dispositivos electrónicos, como nos muestra el informe Sociedad de la Información en España 2016.
En este sentido, la principal tendencia apunta hacia el uso de un dispositivo por alumno. Los centros educativos están incrementando la disponibilidad de estos dispositivos, aunque la inversión necesaria para lograr que todos los alumnos dispongan de ellos es elevada, máxime en un entorno de restricciones presupuestarias públicas. Ante esta situación, la solución planteada es la traslación del concepto BYOD (Bring Your Own Device) del ámbito empresarial al educativo, de forma que sean los alumnos quienes lleven sus propios dispositivos al aula.
Sin embargo, aspectos como la igualdad entre los alumnos —podrían disponer de mejores dispositivos en función de la capacidad adquisitiva de sus familias—, la compatibilidad con los recursos educativos —pueden estar únicamente desarrollados para un sistema operativo— y el mantenimiento de los dispositivos juegan en contra de esta tendencia.
Como prueba del carácter imparable de la misma, en una encuesta realizada en 2013 a gestores educativos de universidades e institutos de Estados Unidos y Reino Unido se mostraba que el 72% de los centros educativos permitía acceder a los estudiantes a la red de comunicaciones del centro con su propio dispositivo (89% de universidades y 44% de centros de educación secundaria). El 52% de los participantes consideraba que los dispositivos se estaban integrando en la propia actividad dentro de las aulas, mientras que un 78% consideraba que su uso era meramente personal.
Uno de los factores de éxito de la introducción de los dispositivos en el aula (bien proporcionados por el centro educativo o bien mediante el paradigma BYOD) es contar con una conexión inalámbrica que permita el acceso de todos los alumnos. El número de centros educativos que cuentan con conexión wifi en España creció casi 4 puntos porcentuales en 2015, situándose en el 86,8%. En la educación secundaria, donde comienza a ser más habitual el BYOD, la conectividad wifi está presente en el 89% de los centros.
El mayor problema con el que cuentan los centros educativos en España para hacer frente a la utilización de un dispositivo por alumno es el bajo ancho de banda del que disponen. En el curso 2014-2015, solo el 25,6% de los centros educativos contaba con conexión de más de 20 Mb. A pesar de este bajo porcentaje, la situación ha mejorado notablemente respecto al año anterior, cuando únicamente el 12% disponía de conexión de más de 20 Mb.
Los MOOC siguen avanzando en la formación individualizada
Fuera de la educación reglada, los MOOC (Massive Open Online Courses) continúan ganando peso específico como mecanismo individualizado de formación. Se estima que en marzo de 2016 había 4.180 cursos activos de cerca de 550 universidades en diversas plataformas, un 72,2% más que en el mismo mes de 2015. Sin embargo, en Europa, la creación de MOOC parece perder fuerza. En noviembre de 2015, en la Unión Europea estaban disponibles 1.705 MOOC de diversas instituciones académicas. De ellos, 481 procedían de instituciones españolas (12 menos que en septiembre del mismo año). En Reino Unido y Francia, segundo y tercer país con más MOOC, también ha disminuido ligeramente el número de cursos, pasando el primero de 474 en septiembre de 2015 a 435 en noviembre, y, el segundo, de 275 a 250.
Desde la perspectiva de la demanda, el número de personas que se apunta a realizar un MOOC no deja de crecer. En 2015, se estima que fueron más de 35 millones en todo el mundo, subiendo desde los 16-18 millones de 2014. Las cuatro principales plataformas por número de alumnos son Coursera (con cerca de la mitad del total), edX, FutureLearn y Udacity.
La tendencia actual que están siguiendo estas plataformas en un intento de monetizar los MOOC es la creación de certificaciones de pago que se otorgan tras haber realizado un conjunto de cursos relacionados con una materia, en detrimento de los certificados individuales ligados a diferentes cursos. Otra importante tendencia que sin duda contribuirá al fortalecimiento del modelo MOOC como alternativa educativa es el interés que este tipo de formación despierta en las empresas, como medio de mejorar las capacidades de sus empleados.
Una encuesta reciente revela que el 44% de las compañías está interesada en crear MOOC propios y revisar MOOC externos, el 31% en crear sus propios MOOC y el 22% en revisar MOOC de otros proveedores que pudieran ser de interés para sus empleados. De hecho, los MOOC creados por grandes empresas como ATT, Microsoft o McKinsey cuentan con una tasa de finalización muy superior a la del conjunto de MOOC (85% frente al 5%).