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¿Deberían pagar impuestos los robots?

Uno de los temores más difundidos es que los robots nos van a quitar a corto plazo millones de empleos y que los humanos vamos a ser carne de paro. Puede estar tranquilo, tal acontecimiento no lo vamos a ver tan pronto como dicen los agoreros de la tecnología ni de forma tan radical. No es la primera vez que sucede en la historia.

Estamos en la Sociedad de la Información y en lo que se conoce como la Cuarta Revolución Industrial el miedo de que las máquinas hagan perder millones de puestos de trabajo no es nuevo. Ya aconteció en la Segunda Revolución Industrial con un movimiento que se llamaba ludista y cuyos miembros estaban convencidos que la modernización y la industrialización iban a ser pésimas para el hombre. Es evidente que las cosas han ido a mejor, como a mejor irán con la actual revolución industrial.

Conviene aclarar la diferencia entre robotización y robots. La robotización es “la aplicación de máquinas automáticas a un proceso de fabricación en una industria”, un sistema de producción que se lleva utilizando muchas décadas en las cadenas de montaje para hacer coches, muebles, aviones, ordenadores, etc.

Definir a un robot es más complicado. En algunos casos se incluye como tales a las máquinas mencionadas antes, pero además reúnen una serie de características que les dan valor añadido. Se trata de una entidad virtual o mecánica artificial que por su apariencia, sus movimientos y acciones tiene un propósito propio, aspecto que irá mejorando en la medida que la inteligencia artificial se desarrolle, pero hasta ahora es controlado por el hombre gracias a la programación informática. Pueden moverse de forma autónoma (como ya sucede con los coches de Google) manipular entornos, imitar comportamientos, jugar con las personas o asistirlas en funciones básicas, entre otros ejemplos.

Es decir, en la actualidad existen muchos menos robots que nos puedan atemorizar que robotización, y pese a que hay muchas personas optimistas en este sentido, considero que será la robotización lo que avance en mayor medida que los robots, que poco tendrán que ver con los que proyectamos en nuestro subconsciente basándonos de las películas de ciencia ficción. La robotización ya tiene una base muy sólida y está implantada en la industria, que es la que tiene verdadera necesidad de progresar, mejorar sistemas productivos y reducir costes para ser competitiva, tanto sea la Cuarta como la Segunda Revolución Industrial.

En este contexto, hace unos meses el Parlamento Europeo emitía un informe en el que pedía que debería examinarse en qué medida la robótica y la inteligencia artificial contribuyen a la economía y su repercusión para el cálculo de cotizaciones a la Seguridad Social con el fin de gravarlos con un impuesto. A esta petición de gravar con impuestos se ha sumado en España el secretario general de UGT, Pepe Álvarez, y son más las voces que se inclinan a gravar a las máquinas con una tasa.

Pero la cuestión es muy compleja ya que los impuestos los pagamos las personas o las empresas, y es evidente que un robot o un proceso robotizado no es ninguna de las dos anteriores. ¿Entonces cómo lo va a pagar? ¿En base a qué “sueldo”? Y ya puestos, ¿por qué esperar al futuro y a los robots más avanzados? Dado que gran parte de las fábricas están automatizadas se les podría cobrar ya ¿no? Digo esto porque la idea de que los robots paguen una tasa está detrás del debate que quién se va a hacer cargo de las pensiones en el futuro si cada vez habrá menos trabajadores en activo.

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¿Habrá menos trabajos o sólo serán diferentes?

En primer lugar, está por ver que la masa de asalariados sea menor, como ya sucedió en la anterior Revolución Industrial que fue justo al revés. Lo que sí está claro es que el mercado laboral será muy diferente: habrá nuevas profesiones, adiós al trabajo fijo y bienvenidos al cambio de empresa a lo largo de la vida laboral, se aumentará el trabajo por proyectos, más networking, formación continua y las empresas primarán el Talento por encima de todo.

En segundo lugar, la Comisión Europea no debería de pensar en solucionar el problema de las pensiones del futuro a costa de los avances tecnológicos, es un error poner tasas al avance científico y tecnológico de la sociedad. Otra cuestión que se graven los beneficios de personas o empresas que es lo razonable, pues son estas las que con su trabajo y beneficios crean riqueza. Las maquinas son instrumentos, nada más que eso, y cada día más avanzados, como es lógico.

Por otra parte, pagar impuestos genera derechos. ¿A qué derechos van a tener los robots? En tanto que son máquinas a ninguno. Los que he explicado que son sistemas robotizados está claro que no. A día de hoy los robots tampoco, pero supongamos que éstos ya que pagan impuestos. ¿Qué pasará cuando alguno de ellos interactúe con nosotros por medio de la inteligencia artificial? ¿Qué nos pedirá? No me refiero a elucubraciones de ciencia ficción, sino a cuestiones más racionales que ahora no somos (soy) capaz de elucubrar siquiera.

De la misma manera, los impuestos tienen en su base esencial la protección social y la redistribución de la riqueza, pero si les cobramos a ellos y también tienen derechos, ¿entre quiénes repartimos? Solo entre humanos o humanos y robots. En este caso, ¿en qué proporción?

Un nuevo impuesto de “robotización” solamente puede contraer el consumo privado y desincentivar la actividad industrial, justamente en el momento que la tecnología está haciendo que los costes de producción bajen y grandes empresas vuelvan a producir en sus países de origen y abandonen zonas de Asia o América Latina. Adidas vuelve fabricar en Alemania, Ford y General Motors, aunque presionadas por Trump, vuelven a Estados Unidos sin muchas quejas en parte también porque gracias a la robótica ya no es tan costoso producir en ese país.

Por su parte, Patrick Schwarzkopf, director general del departamento de robótica y la automatización de la compañía alemana VDMA (que representa a Siemens o a Kuka) ha señalado recientemente que el número de empleados en la industria automovilística alemana se incrementó un 13% entre 2010 y 2015, mientras que los robots industriales aumentaron un 17% en eses periodo. Al mismo tiempo, la industria robótica teutona ha crecido un 7% hasta los 12.2 millones de euros durante el último año y ha provocado que compañías extranjeras se interesen en comprar tecnología europea -el caso de la china Midea por Kuka.